Los niños pequeños hacen las cosas más adorables: Dar abrazos inesperados, reírse a carcajadas y acurrucarse junto a uno cuando están cansados.

Pero como cualquier padre de un niño pequeño sabrá, también son capaces de hacer cosas no tan agradables, como patear, gritar... o morder.

Las mordidas son bastante comunes en la primera infancia, pero esto no le servirá de mucho consuelo si su hijo muerde. Después de todo, a nadie le gusta que a su hijo se lo considere una amenaza dentro del grupo de juego. Y lo peor de todo es que los niños que son considerados "mordedores" pueden ser expulsados de los centros de cuidado de niños; un problema al que ningún padre trabajador desea enfrentarse.

Quizás crea que morder es simplemente otra etapa que tendrá que superar, pero este no siempre es el caso. Existen maneras de llegar al fondo del hábito de morder de su hijo pequeño. Aquí encontrará la forma de ayudar a erradicar este tipo de comportamiento.

Por qué muerden los niños pequeños

Las mordidas son muy comunes en la primera infancia. Los bebés y los niños pequeños muerden por una variedad de motivos, como la salida de los dientes o el deseo de explorar un juguete o un objeto con la boca. A medida que comienzan a comprender la relación entre la causa y el efecto, también pueden llegar a morder a una persona para ver si logran obtener una reacción.

Para los niños pequeños, las mordidas también son una forma de llamar la atención o de expresar cómo se sienten. La frustración, el enojo y el miedo son emociones fuertes y los niños pequeños no tienen un dominio del lenguaje que les permita enfrentarlas. Por eso, si no pueden encontrar las palabras que necesitan con rapidez o no pueden expresar lo que están sintiendo, tal vez muerdan como una forma de decir: "¡Préstame atención!" o "¡Esto no me agrada!".

Las mordidas son levemente más comunes en los varones y suelen ocurrir con más frecuencia cuando tienen entre uno y dos años de edad. A medida que mejora el dominio del lenguaje, las mordidas suelen aminorar.

Cómo evitar las mordidas

En el caso de las mordidas, es importante abordar la conducta inmediatamente después de que ocurre. La próxima vez que su hijo muerda, pruebe los siguientes pasos:

  • Primer paso: Mantenga la calma y muéstrese firme. Enfrente al niño diciéndole firmemente "¡No se muerde!" o "¡Si muerdes, lastimas!". Asegúrese de usar una frase simple y sencilla para que el niño la comprenda. Deje en claro que morder está mal, pero evite darle explicaciones extensas hasta que su hijo sea lo bastante mayor como para comprender. Mantener la mayor calma posible lo ayudará a resolver la situación con más rapidez.
  • Segundo paso: Consuele a la víctima. Dirija su atención a la persona que recibió la mordida, en especial si se trata de otro niño. Si hay una lesión, limpie la zona con agua y jabón. Busque ayuda médica si la mordida es profunda o si hay sangrado.
  • Tercer paso: Consuele al niño que mordió, si es necesario. Con frecuencia, los niños pequeños no se dan cuenta de que las mordidas lastiman. No hay problema en consolar a un niño que tal vez se sienta acongojado por haber lastimado a alguien. Pero intente no reforzar esta conducta negativa si muerde para llamar la atención.
  • Cuarto paso: Ofrezca alternativas. Cuando todo se haya calmado, sugiera alternativas a las mordidas, como usar las palabras "no", "basta" y "eso es mío" cuando el niño quiera comunicarse con otros.
  • Quinto paso: Redireccione. A esta edad, distraer a los niños logra maravillas. Si el nivel de emociones y de energía está muy elevado o si el niño está aburrido, ayúdelo a poner su atención en una actividad más positiva, como bailar al son de la música, pintar o jugar a un juego.

En general, no es necesario aplicar medidas de disciplina porque la mayoría de los niños no se dan cuenta de que morder lastima.

Si intentó los pasos anteriores y el comportamiento no se detiene, es probable que resulte eficaz poner al niño en penitencia durante un tiempo. A los niños más grandes se los puede llevar a un área especial, como la silla de la cocina o el primer escalón de una escalera, y dejarlos allí durante uno o dos minutos para que se calmen.

Como regla general, el tiempo de penitencia debe ser de un minuto por cada año de edad. Las penitencias más breves pueden ser eficaces, pero las más extensas no tienen ningún beneficio y, a veces, pueden ser contraproducentes si el niño se levanta (y se rehúsa a regresar) antes de que usted le indique que la penitencia finalizó.

Crear un ambiente "sin mordidas"

Sin importar si cree que ha logrado avances con el hábito de morder de su hijo o si esta tarea continúa, es importante establecer una cultura de tolerancia cero en el hogar, la guardería y en cualquier otro lugar.

A continuación, encontrará algunas maneras de hacer que su hijo vuelva a encarrilarse:

  • Sea congruente. Haga cumplir la regla de "No morder" en todo momento.
  • Use refuerzos positivos. En lugar de premiar las acciones negativas con su atención, tómese el trabajo de elogiar a su hijo cuando se porte bien. Esto puede ayudar a que su hijo no muerda.
  • Planifique las cosas con antelación. Los niños pequeños probablemente se sientan más cómodos y no sientan necesidad de morder si saben qué esperar en situaciones nuevas o con mucha energía. Si las mordidas ocurren en la guardería, dígale a su hijo lo que espera antes de llegar. Si los ambientes más amplios y caóticos parecen abrumar a su hijo, tal vez sea conveniente que lo lleve a un lugar más pequeño.
  • Busque alternativas. A medida que su hijo desarrolle las habilidades del lenguaje, puede ayudarlo a encontrar mejores maneras de expresar las emociones negativas. Por ejemplo, pedirles a los niños que "usen las palabras" cuando se sientan frustrados o molestos puede ayudar a calmarlos. Si necesita ayuda, un médico, psicólogo o especialista en conducta puede conversar con usted sobre maneras de enseñarle a su hijo a enfrentar las emociones fuertes y expresar sus sentimientos de manera saludable.

Cuándo buscar ayuda

Si bien las mordidas son comunes en los bebés y los niños pequeños, deben desaparecer aproximadamente a los 3 o 4 años. Las mordidas excesivas, las mordidas que parecen estar empeorando en lugar de mejorar y otras conductas hostiles tal vez sean indicadores de que necesita ayuda.

Si está preocupado por la conducta de su hijo, hable con su pediatra sobre la manera de determinar las causas y de enfrentar el problema.

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