¿Qué es la leucemia mielógena crónica?

La leucemia mielógena crónica es un tipo de leucemia que se desarrolla en la médula ósea, el tejido blando y esponjoso que hay en el interior de los huesos.

Se inicia en las células mieloides inmaduras, que son las células sanguíneas que se suelen acabar convirtiendo en glóbulos blancos. Esas células mieloides no maduran con normalidad para convertirse en unos glóbulos blancos normales. Contrariamente, se acumulan, tanto en la médula ósea como en la sangre, en grandes cantidades.

La leucemia mielógena crónica también se conoce como anemia mieloide crónica.

Causas de la leucemia mielógena crónica

La causa de la leucemia mielógena crónica es un problema cromosómico. Los cromosomas contienen fragmentos de ADN llamados genes. Hay 23 pares de cromosomas en total.

La leucemia mielógena crónica ocurre cuando un fragmento de un cromosoma se desprende y se une a un fragmento de otro cromosoma. Esta combinación de dos cromosomas da lugar a un gen anormal, conocido como BCR-ABL. Este es el gen que indica al cuerpo que fabrique una cantidad excesiva de glóbulos blancos anormales.

¿Quién puede desarrollar una leucemia mielógena crónica?

La leucemia mielógena crónica es una enfermedad muy poco frecuente en los niños. Cada año, solo en torno a 150 niños reciben este diagnóstico en EE.UU.

A pesar de que los investigadores saben qué genes están implicados en el desarrollo de esta enfermedad, todavía no saben por qué algunas personas desarrollan esta enfermedad y otras no la desarrollan.

¿Cuáles son los signos y los síntomas de la leucemia mielógena crónica?

La leucemia mielógena crónica tiende a evolucionar lentamente. Por lo tanto, al principio, un niño puede presentar pocos síntomas o ninguno en absoluto. De hecho, los síntomas pueden tardar meses o incluso años en desarrollarse.

Los síntomas de todos los tipos de leucemia son, por lo general, los mismos. Entre ellos, se incluyen los siguientes:

  • infecciones recurrentes (como las amigdalitis) porque los glóbulos blancos no combaten las infecciones como las deberían combatir
  • fatiga y debilidad provocadas por las infecciones
  • ganglios linfáticos inflamados debido a la acumulación de células cancerosas en su interior
  • fiebre provocada por infecciones
  • facilidad en la formación de moretones o hemorragias porque la médula ósea no fabrica una cantidad suficiente de plaquetas (células que participan en la coagulación sanguínea)
  • dolor óseo y/o articular porque la médula ósea está llena de células anormales
  • dolor e hinchazón abdominal causados por la acumulación de células sanguíneas anormales en órganos como los riñones, el hígado y el bazo

¿Cómo se diagnostica la leucemia mielógena crónica?

Debido a que la leucemia mielógena crónica puede no causar ningún síntoma durante bastante tiempo, los médicos la pueden detectar cuando un niño se somete a un análisis de sangre ordinario por otros motivos.

Cuando un médico sospecha que un niño podría tener una leucemia mielógena crónica, es posible que le mande alguna o varias de las siguientes pruebas:

  • Análisis de sangre. Pruebas como un hemograma completo, las pruebas de las funciones hepática y renal, y la bioquímica sanguínea pueden proporcionar información importante sobre la cantidad de células sanguíneas normales presentes en el organismo de un paciente y sobre lo bien que están funcionando sus órganos. Las formas y los tamaños de las células sanguíneas se analizan usando un microscopio.
  • Técnicas de diagnóstico por la imagen. Entre estas técnicas, se incluyen la radiografía, la tomografía computada (o TC), la resonancia magnética (o RM) y la ecografía. Estas técnicas de diagnóstico por la imagen permiten ver si hay una masa de células leucémicas en el pecho que podría estar afectando a la respiración y/o la circulación sanguínea. También permiten descartar otras posibles causas de los síntomas del niño.
  • Aspiración de médula ósea y biopsia. El médico introduce una aguja en un hueso grande, generalmente el de la cadera, y extrae una pequeña cantidad de médula ósea. A continuación, el laboratorio hará alguna de las siguientes pruebas con la muestra de médula ósea:
    • Pruebas de citometría de flujo. Los médicos analizan las células cancerosas para determinar el tipo de leucemia que tiene un niño. Esto es importante porque el tratamiento diferirá en función de cuál sea el tipo de leucemia.
    • Pruebas genéticas. Observando la sangre o la médula ósea, los médicos pueden detectar cambios o alteraciones en los genes. Estos cambios ayudan a determinar el mejor tratamiento a seguir.
    • Histotipado o tipado de antígeno leucocitario humano (o tipado HLA, por sus siglas en inglés). Si un niño necesita un trasplante de células madre (también conocido como trasplante de médula ósea), esta prueba ayuda a los médicos a encontrar a un donante de células madre que sea compatible. Supone comparar las proteínas de la superficie de las células sanguíneas del niño con las proteínas de las células de un posible donante. Cuantos más “marcadores HLA” compartan el niño y el donante, mayores serán las probabilidades de que el trasplante tenga éxito.

¿Cómo se trata la leucemia mielógena crónica?

El tratamiento de la leucemia mielógena crónica tiene en cuenta aspectos como:

  • la etapa o estadio de la enfermedad (si se encuentra en sus fases iniciales o tardías)
  • la cantidad de células cancerosas presentes en el cuerpo
  • la forma en que están funcionando el hígado, los riñones y el bazo

Esta información, junto con la edad del niño y su estado general de salud, ayuda a los médicos a desarrollar programas de tratamiento que pueden incluir alguna de las siguientes opciones:

  • Terapia dirigida. Este tratamiento utiliza medicamentos para detectar y atacar exclusivamente a las células cancerosas sin dañar a las células normales. Estos medicamentos, llamados inhibidores de la tirosina quinasa, se dirigen selectivamente a las células cancerosas de la leucemia mielógena crónica, y se suelen utilizar como tratamiento de primera línea en pacientes que se encuentran en la fase inicial de esta enfermedad.
  • Quimioterapia. Consiste en el uso de unos fármacos especiales para matar células cancerosas. A veces se utilizan combinaciones de fármacos para atacar a las células cancerosas de diferentes maneras.
  • Raramente, trasplante de células madre (o trasplante de médula ósea). Este procedimiento implica destruir las células cancerosas, junto con las células normales, de la médula ósea y del sistema inmunitario mediante dosis elevadas de quimioterapia y, seguidamente, introducir en el organismo células madre sanas procedentes de un donante. Las nuevas células madre permiten reconstruir una reserva de sangre y un sistema inmunitario sanos.

La meta del tratamiento consiste en lograr la remisión del cáncer, que es cuando dejan de haber pruebas de la presencia de células cancerosas en el cuerpo. En cuanto se produce la remisión, los médicos suelen usar inhibidores de la tirosina quinasa para mantener al niño en remisión y para seguir matando células cancerosas. El equipo médico que trata el cáncer evalúa con regularidad cómo está funcionando la quimioterapia; lo hace mediante análisis de sangre y midiendo cuántos genes anormales quedan en la sangre del paciente.

De cara al futuro

Tener un hijo a quien se le debe tratar un cáncer puede ser muy duro para cualquier familia. Pero usted no está solo. Para encontrar apoyo, hable con el médico de su hijo o con el trabajador social del hospital. Hay muchos recursos disponibles para ayudarles a atravesar esta difícil etapa.

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