Como aprender a conducir o a organizarse los gastos, responsabilizarse de la propia salud forma parte del proceso de transformarse en un adulto independiente. He aquí algunos consejos sobre qué implica este proceso y por qué es tan importante.

Por qué es importante

Si eres como la mayoría de los adolescentes, hasta ahora habrás dejado tus cuidados médicos en manos de tus padres. A fin de cuentas, a ellos les importa y les preocupa tanto tu salud como a ti mismo. Pero nadie sabe tanto sobre tu propio cuerpo como tú: vives dentro de él y eres quien sabe cuándo hay algo que no va bien.

Responsabilizarte de tu propia salud te permitirá tomar decisiones que repercuten en tu día a día. Y también te preparará para cuando llegue el momento en que seas tú quien se haga su propio seguro médico o quien tome decisiones sobre la salud de sus propios hijos.

Qué debes saber

Lo más probable es que ya sepas algunas cosas sobre tu salud. La mayoría de nosotros hemos tenido que faltar a clase por haber contraído algún virus, hemos tenido que tomar algún tipo de medicamento o hemos sufrido una lesión deportiva en algún momento.

Pero, incluso la gente que tiene mucha experiencia tratando con médicos y hospitales tiene lagunas en sus conocimientos sobre el sistema médico. Si padeces una afección médica, como la diabetes o el asma, es posible que conozcas bien algunas cosas (como cuándo te has de tomar la medicación), pero estés mucho menos informado sobre otras (como el nombre del medicamento que tomas o cómo rellenar una receta).

Ha llegado el momento de llenar esas lagunas. He aquí cómo.

Empieza obteniendo tu información médica básica. Disponer de esta información te ayudará en una urgencia médica. Pide a tu madre, a tu padre o a quien se encargue de llevar tus temas médicos que te facilite los siguientes cinco datos:

  1. El nombre, la dirección y el número de teléfono de tu médico (o médicos).
  2. Detalles sobre los medicamentos que tomas. Si no sabes por qué tomas esa pastillita verde cada mañana, ha llegado el momento de averiguarlo.
  3. Tu propio historial médico. Las vacunas que te han puesto, si has tenido problemas médicos importantes, y detalles sobre las operaciones o tratamientos hospitalarios a los que te has sometido.
  4. Tus antecedentes médicos familiares. Pregunta a tus parientes si en tu familia se han dado enfermedades como el cáncer o la diabetes.
  5. Cualquier alergia que puedas tener.

Parte de esta información (como los datos para contactar con tu médico, tus alergias o los medicamentos que tomas) la deberías guardar en la memoria de tu teléfono móvil. Guarda el resto de la información, como tu historial médico, en un lugar seguro y privado, como un "pen drive" protegido con contraseña.

Qué debes hacer

Empieza a tomar tus propias decisiones

Cuantas más cosas aprendas sobre tu propia salud, más acertadas serán las decisiones que tomes y más cómodos se sentirán tus padres permitiendo que las tomes.

Elegir a tu propio médico es una de las decisiones más importantes que puedes tomar. Mucha gente prefiere conservar al médico que la ha llevado desde que era pequeña a lo largo de toda la adolescencia (aunque, si tu médico es pediatra, deberás acabar haciendo el cambio). Otra gente considera que la adolescencia es un buen momento para cambiar a un médico de familia, a un especialista en medicina adolescente o un internista.

Tu médico debe ser una persona con quien te sientas cómodo para hablar sobre cualquier cosa, como tu imagen corporal, el hecho de salir con chicos o chicas, tus relaciones sentimentales, la presión del grupo para beber alcohol o consumir drogas, los problemas escolares o la depresión. Aclara qué es lo que más te importa, como tener un médico que te haga buenas preguntas, que sea joven o que sea de tu mismo género. Tómate todo el tiempo que necesites para encontrar al médico adecuado. Si tienes que cambiar de médico un par de veces, no pasa nada.

Incluye a tus padres cuando tomes tus decisiones. Ellos se han encargado de llevar todos los temas relacionados con tu salud hasta ahora, y lo más probable es que necesiten un período de transición para hacer bien el "traspaso". Es posible que tus padres prefieran que te siga visitando un médico en concreto; por ejemplo, si tienes hermanos y/o hermanas, les resultará más fácil que el mismo médico los atienda a todos a la vez. Pero seguirá habiendo formas de que tomes tus propias decisiones.

He aquí algunas de las cosas que puedes empezar a hacer cuando tengas alrededor de 14 años:

  • Programa tus propias horas de visita con tus médicos. ¿Se te ha reactivado la alergia? ¿Te toca la revisión médica deportiva? Dile a tu madre o tu padre que quieres ser tú quien llame para pedir hora de visita. Si crees que eso te va a ayudar, pide a tu madre o a tu padre que se siente a tu lado mientras haces la primera llamada o hazte una lista de las cosas que debes decir.
  • Llama cuando necesites recetas nuevas y pasa a recoger tus medicamentos por la farmacia. Ahora es posible bajarse aplicaciones para comprar más medicamentos que ya te hayan recetado cuando se te acaben sin necesidad de llamar a la consulta del médico por teléfono.
  • Conserva tus propios documentos relacionados con la salud.
  • Dedica un tiempo para estar a solas con tu médico en cada vista. Esto te ayudará a construir una buena relación de colaboración con él.

He aquí lo que deberías hacer tras concluir la enseñanza secundaria:

  • Ten copias de tu historia clínica o información sobre cómo conseguirla (por ejemplo, el lugar donde la guardan en tu centro de estudios o en la consulta de tu médico).
  • Conoce el nombre de tu seguro médico y con quién tendrías de contactar en tu compañía médica.
  • Entiende la información básica sobre la cobertura de tu seguro médico y sobre cómo sacarte el tuyo propio cuando dejes de estar incluido en el seguro de tus padres.
  • Conoce cómo obtener derivaciones a especialistas, en caso de que las necesites.
  • Si padeces una afección médica de carácter crónico o necesitas atención médica especial, contacta con tu sede local de la Seguridad Social para beneficiarte de sus servicios a partir de los 18 años.

Conforme vayas adoptando un rol cada vez más activo en la gestión de tu propia salud, pide ayuda a tus padres. Aunque estés bastante seguro de conocer la respuesta a algo, pedir ayuda es una buena forma de trasmitir a tus padres la tranquilidad de que te responsabilizas de tu salud y de que les harás preguntas cuando lo necesites.

Las pólizas de los seguros médicos pueden ser complicadas y cambian a menudo. Permitir que tus padres participen en este proceso te puede ayudar a estar seguro de que los médicos aceptarán tu seguro médico y no tendrás que pagar tú todos los gastos.

Cuida bien de ti mismo

Tal vez la mejor forma, y también la más fácil, de responsabilizarte de tu propia salud consista en empezar a cuidarte. Puedes hacerlo a cualquier edad:

  • Mantén un peso saludable.
  • Come abundante fruta y verdura, así como otros alimentos saludables (por ejemplo, los cereales integrales).
  • Duerme lo suficiente.
  • Haz ejercicio físico con regularidad.
  • Ayuda a tu cuerpo a seguir creciendo y sé su mejor aliado evitado fumar, beber alcohol y consumir drogas.
  • Si tomas medicamentos, sigue las instrucciones de tu médico al pie de la letra. Evita saltarte dosis programando recordatorios en tu teléfono móvil o tomándotelas a las mismas horas en que haces otras actividades cotidianas, como cepillarte los dientes. Cuando el médico te recete un medicamento, pregúntale qué deberías hacer en caso de que te saltaras una toma.
  • Si padeces una enfermedad como la diabetes o el asma, pide a tu madre, padre o médico que te pase una guía paso a paso que puedas seguir para gestionar tu propio tratamiento.

Empieza ahora

Es fácil dejar que tus padres te saquen siempre las castañas del fuego, pero responsabilizarte de tu propia salud es una forma estupenda de desarrollar una habilidad fundamental para la vida y de demostrar tu independencia. Es el mejor punto de partida que te puedes dar a ti mismo en el camino hacia el bienestar para toda la vida.

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