Tener diabetes puede generar muchas emociones y sentimientos diferentes, sobre todo justo después de que te enteres de que padeces esta enfermedad. El hecho de que, de repente, tengas que ir al médico más a menudo, tomar medicamentos y controlar lo que comes supone un cambio importante.

Pero tener que controlar tu diabetes te irá resultando más fácil y se acabará convirtiendo en una parte normal de tu vida diaria, como lavarte los dientes o darte una ducha. Averigüemos cómo conseguirlo.

¿Cómo se sienten los niños con diabetes?

Cuando a un niño le diagnostican una diabetes, se puede preocupar por lo que esto puede significar. A algunos niños, les puede preocupar el hecho de tener que ponerse inyecciones de insulina. A otros, tal vez les moleste tener que modificar su forma de comer. Y todos los niños con diabetes se pueden preguntar: "¿Por qué a mí?" y se dicen para sus adentros: "No es justo".

Además, el hecho de padecer una diabetes también puede hacer que los niños se pongan tristes, se enfaden y se sientan disgustados o solos, porque la mayoría de sus amigos no se tienen que preocupar por sus concentraciones de azúcar en sangre. No se trata de algo que le guste a ningún niño.

Al enfrentarse a esta situación, algunos niños con diabetes pueden fingir o hacer ver que no padecen esta enfermedad. Tal vez lo hagan con la esperanza de que, al no pensar ni hablar sobre su enfermedad, la puedan hacer desaparecer. O tal vez la quieran ocultar porque los avergüenza, los hace sentir distintos, o porque creen que han contraído esa enfermedad porque han hecho algo mal.

A los niños, les puede preocupar que su diabetes ocasione muchos problemas a sus papás o a sus hermanos. O se pueden enfadar con sus papás porque los obligan a tomar medicamentos y a comer alimentos saludables. A veces, un niño con diabetes se puede enfadar con un hermano, hermana o amigo que no padece esta enfermedad o tenerle envidia.

¿Cómo puedo enfrentar mis sentimientos?

Es lógico y normal que la diabetes genere un montón de emociones y sentimientos distintos. Enterarte de que padeces esta enfermedad significa tener que hacer un gran esfuerzo de adaptación. Tendrás que acostumbrarte a controlar tu diabetes y a que el cuidado de tu propia salud forme parte de tus rutinas cotidianas. No es fácil cambiar lo estabas haciendo hasta ahora.

Pero, cuanto más sepas sobre la diabetes, mayor será el control que tengas sobre ella y mejor sabrás manejar tu enfermedad como parte de tu vida cotidiana. A la larga, la mayoría de los niños con diabetes se empiezan a sentir cómodos con su tratamiento (¡lo creas o no!) y con las herramientas (como los medidores de glucosa o las inyecciones de insulina) que necesitan para mantenerse sanos.

Encuentra formas de hablar sobre tu enfermedad

Encontrar a alguien con quien hablar puede ayudar a un niño a encontrase mejor. No cambiará ni una pizca el hecho de que tengas diabetes ni de que tengas que convivir con esa enfermedad. Pero hablar te puede ayudar a encontrarte mejor. Es como si sintieras: ¡Uf, ya me he podido desahogar! Tus papás son personas adecuadas para conversar, así como otros adultos que formen parte de tu vida, como tus abuelos y otros parientes. Hablar con tu orientador escolar o con tus amigos también te puede ayudar.

Si tienes dudas, preguntas o sentimientos sobre la diabetes, también puedes hablar con tu médico. Tal vez tu médico te pueda ayudar a contactar con otros niños que padecen esta enfermedad. Puede ser muy bueno que hables con ellos porque están pasando por la misma situación que tú. Formar parte de un grupo de apoyo para diabéticos, una especie de club para niños con diabetes, es una forma de descubrir que no eres el único que padece esta enfermedad. El médico te puede indicar si hay un grupo de apoyo en tu área.

A algunos niños, les cuesta mucho abrirse y hablar sobre sus sentimientos. Si ese es tu caso, quizá puedas encontrar otra forma de expresar lo que te ocurre. Por ejemplo, puedes escribir una carta o hacer un dibujo para expresar cómo te hace sentir la diabetes. Tal vez quieras compartirlo con uno de tus papás o con alguien muy cercano, o tal vez prefieras guardártelo para ti mismo.

Es fundamental que hables con alguno de tus papás o con tu médico si te sientes muy triste o estás muy enfadado por lo que te ocurre. Si estás sintiendo emociones muy fuertes e intensas, existen buenos recursos para ayudarte a sentirte mejor. Si hay alguien que te acosa (te hace bullying) o que se mete contigo porque tienes diabetes, asegúrate de contárselo a un adulto.

¿Qué más puedo hacer para sentirme mejor?

He aquí unos pocos consejos más que te pueden ayudar a manejar los sentimientos que te genera la diabetes:

Sigue las recomendaciones de tu médico. Tu plan para controlar tu diabetes te indicará lo que debes hacer para mantenerte sano. Cuando sigas estos consejos (con la ayuda de uno de tus papás, por descontado), te encontrarás y te sentirás mejor. Y, cuando te encuentres y te sientas mejor, la diabetes no te impedirá hacer lo que quieras hacer, como jugar con tus amigos o ir a una fiesta.

Aprende a hacer algunas cosas por ti mismo. Al principio, tu mamá o tu papá es posible que se ocupen en mucha mayor medida del cuidado de tu diabetes. Pero, poco a poco, podrás ir haciéndote cargo de algunas de esas tareas. Por ejemplo, cuando te midan el azúcar en sangre, puedes elegir en qué lugar vas a hacer la medición, apretar el émbolo de la jeringuilla y leer los resultados en voz alta. Es una buena forma de practicar para cuando tengas que ocuparte tú solo de todo el proceso.

Organízate bien. Incluso si tu mamá o tu papá se siguen encargando de que te tomes los medicamentos para la diabetes y de que comas bien, sigue habiendo muchas cosas a tener en cuenta en esta enfermedad. El hecho de ser organizado te puede ayudar mucho. Tal vez puedas hacer una lista de comprobación con la ayuda de tu mamá o de tu papá. Cada noche, revisa tu lista de comprobación y asegúrate de que llevas en la mochila los tentempiés y los medicamentos que necesitarás para el día siguiente.

Informa a tus maestros y amigos sobre tu diabetes. Cuanta más gente sepa de tu enfermedad, más probable será que te sientas cómodo con tus visitas diarias a la enfermería de la escuela u otras cosas que necesitas hacer para mantenerte sano. Tu mamá o tu papá pueden iniciar el proceso hablando con tu profesor. La mayoría de los niños deciden explicar que padecen una diabetes a sus amigos íntimos. Además, si lo necesitas, puedes explicar a tus amigos cómo te encuentras y qué sientes sobre tu enfermedad.

Prepárate para los altibajos emocionales. Incluso cuando ya te hayas adaptado a tener diabetes, es posible que tengas algunas dificultades. Tal vez tu concentración de azúcar en sangre suba demasiado o baje demasiado, aunque estés siguiendo las recomendaciones de tu médico. El equipo médico que lleva tu diabetes, tus papás y otras personas te podrán ayudar. Intenta tener paciencia y comparte tus emociones cuando atravieses momentos difíciles. Y está atento también a las cosas buenas que puedan ocurrir a lo largo de todo el proceso, como sentirte más seguro de ti mismo, valiente y orgulloso de todo lo que estás aprendiendo.

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