(Epilepsy)

Wes, que padece epilepsia, se pasó la mayor parte de su primer año de instituto preocupado por la posibilidad de tener un ataque epiléptico delante de sus compañeros de clase. A pesar de que sus profesores y amigos sabían que padecía epilepsia y Wes sabía que lo tratarían bien en el caso de que tuviera un ataque, siempre estaba preocupado por la vergüenza que podría pasar y por lo que podría asustar a sus amigos.

¿Qué es la epilepsia?

La epilepsia es una afección del sistema nervioso que afecta a 2,5 millones de estadunidenses. Cada año se diagnostica epilepsia a más de 180.000 personas.

Presenciar un ataque epiléptico es algo que puede asustar bastante. La persona puede perder la conciencia o parecer que no se entera de lo que le sucede, hacer movimientos involuntarios (que la persona no puede controlar, como revolcarse o agitar con nerviosismo una o más partes del cuerpo) y/o experimentar sensaciones o sentimientos fuera de lo corriente (como miedos inexplicables). Tras el ataque, puede sentirse cansado, débil o confuso.

Las personas tienen crisis convulsivas cuando sus señales eléctricas cerebrales se desorganizan. La actividad eléctrica cerebral normal se altera ante estas descargas eléctricas excesivas, que generan un problema de comunicación de carácter temporal entre las células nerviosas.

De todos modos, el hecho que una persona presente una crisis convulsiva no significa necesariamente que padezca epilepsia. Este tipo de ataques se pueden desencadenar en cualquier persona sometida a determinadas circunstancias, como un episodio grave de deshidratación o el hecho de exponerse a temperaturas excesivas. Pero, cuando una persona experimenta repetidas crisis convulsivas sin motivo aparente, se dice que padece epilepsia.

Hay muchas personas que desarrollan epilepsia durante la infancia o adolescencia y otras que la desarrollan con posterioridad. En algunas personas que padecen epilepsia (sobre todo en la población infantil), las crisis convulsivas se van haciendo menos frecuentes de forma progresiva y pueden llegar a desaparecer por completo.

¿Cuál es la causa de la epilepsia?

Esta es una pregunta complicada, ya que carece de una respuesta clara y evidente. A menudo los médicos no pueden identificar con exactitud la causa de la epilepsia en una persona en concreto. Pero los científicos saben que hay algunos factores que pueden hacer que una persona sea más proclive a desarrollar esta afección; entre ellos, se incluyen los siguientes:

  • una lesión cerebral, como las derivadas de los accidentes de tráfico
  • una infección o enfermedad que repercutió sobre el desarrollo cerebral del feto durante el embarazo
  • falta de oxígeno en el cerebro del bebé durante el nacimiento
  • meningitis, encefalitis o cualquier otro tipo de infección que afecta al cerebro
  • tumor cerebral o accidente cerebro-vascular
  • intoxicación o envenenamiento por plomo o alcohol

La epilepsia es una afección que no se puede contagiar (de modo que no te la puede “pegar” nadie). No se trasmite de padres a hijos (o se hereda) del mismo modo que el color de los ojos o el del pelo. Pero una persona que tenga un pariente cercano con epilepsia presenta un riesgo ligeramente superior a desarrollarla que una persona sin antecedentes.

Comprender las crisis convulsivas/convulsiones

Las crisis convulsivas pueden asustar bastante a quien las presencia, pero no son dolorosas. Afectan a distintas personas de formas diferentes. Las crisis convulsivas que sufren los epilépticos se pueden clasifican en una de las siguientes categorías principales: crisis convulsivas parciales y crisis convulsivas generalizadas.

Las crisis convulsivas parciales empiezan en una parte del cerebro. Posteriormente la anomalía eléctrica se puede desplazar a otras parte del cerebro o concentrarse solo en ese área hasta que concluya la crisis.

Una persona que sufre una crisis convulsiva parcial es posible que pierda la conciencia. Puede presentar convulsiones en uno o varios dedos, una mano o un brazo, una pierna o un pie, así como en determinados músculos faciales. Su habla puede resultar difícil de entender, poco clara o extraña durante la crisis. La vista de la persona también puede verse temporalmente afectada. Y es posible que el afectado experimente hormigueo en un lado del cuerpo. Todo dependerá de la parte del cerebro donde tenga lugar la actividad eléctrica anómala.

Las crisis convulsivas generalizadas implican una actividad eléctrica anómala que afecta a todo el cerebro conjuntamente. La persona puede parecer que está soñando despierta, clavar la mirada en la distancia o perder completamente la conciencia. Se le pueden tensar o agarrotar los músculos y puede empezar a hacer movimientos convulsivos repentinos, como extender los brazos hacia fuera. Es posible que empiece a cojear súbitamente, tropiece y se caiga o se desplome sobre el suelo.

La mayoría de las crisis convulsivas solo duran unos pocos segundos o minutos. Tras sufrir una crisis convulsiva, la persona puede sentirse adormilada o confusa durante pocos minutos o incluso una hora o más. Una persona que acaba de sufrir una crisis convulsiva es posible que no logre recordar la crisis o lo que ocurrió inmediatamente antes de ella. Y también es posible que se encuentre despejada y en perfectas condiciones para reanudar lo que estaba haciendo antes de sufrirla. Es algo que varía de una persona a otra.

Hay algunas cosas que pueden desencadenar crisis convulsivas en las personas que padecen epilepsia. Entre ellas, se incluyen las siguientes:

  • luces intensas, intermitentes o centelleantes
  • falta de sueño
  • estrés
  • exceso de estimulación (como mirar fijamente la pantalla del ordenador o jugar a videojuegos durante demasiado tiempo)
  • fiebre
  • determinados medicamentos
  • hiperventilación (respirar demasiado deprisa o demasiado profundo)

¿Qué hacen los médicos?

Los médicos especializados en el cerebro y otras partes del sistema nervioso se llaman neurólogos. Si crees que puedes haber tenido una crisis convulsiva, es importante que se lo digas a tu médico. Lo más probable es que te remita a un neurólogo, quien evaluará si padeces una epilepsia u otro tipo de afección.

Aparte de hacerte una exploración física, el neurólogo te pedirá información sobre cualquier síntoma que presentes y cualquier cosa que te preocupe, tu estado de salud actual y las enfermedades o afecciones que has padecido en el pasado, la salud de tu familia, los medicamentos que tomas, las alergias que padeces y otras cuestiones. Con esta información elaborará tus antecedentes médicos. Es importante que le facilites una descripción lo más precisa posible de la crisis convulsiva que hayas padecido. Puesto que las personas que presentan crisis convulsivas pueden no recordar nada sobre ellas, es una buena idea que obtengas una descripción detallada de la misma a partir de un testigo presencial, cuyo relato podrás anotar para que no se te olvide.

Lo más probable es que el neurólogo te solicite una prueba médica denominada electroencefalograma (o EEG), que permite evaluar la actividad eléctrica del cerebro. Es posible que también te solicite pruebas de diagnóstico por imagen, como una tomografía computarizada (TC) cerebral o una resonancia magnética (RM) cerebral. Todas estas técnicas son completamente indoloras.

Si el neurólogo concluye que una persona padece epilepsia, le recomendará el tratamiento adecuado. El tratamiento de la epilepsia suele implicar medicación, aunque hay ocasiones en que se recomiendan otros tipos de tratamiento. El objetivo del tratamiento consiste en controlar las crisis convulsivas para que el afectado pueda llevar una vida lo más normal posible. En algunos casos, los médicos pueden implantar un dispositivo denominado estimulador del nervio vago. Este aparato envía señales a través del nervio vago del cuello para controlar las crisis convulsivas.

Es posible que el médico también recomiende una dieta cetogénica, una dieta especial que puede ayudar a las persona afectadas por la epilepsia que no responden bien solo a la medicación. A veces los médicos han de practicar una intervención quirúrgica directamente sobre el tejido cerebral a aquellos pacientes que padecen epilepsia que no se puede controlar utilizando otros tratamientos.

Vivir con epilepsia

La gente que padece epilepsia puede llevar una vida normal. Muchos atletas, escritores, políticos, empresarios, médicos, padres y actores padecen esta afección.

Si tienes epilepsia, puedes seguir participando en actividades extraescolares, salir con tus amigos, tener novio o novia y encontrar trabajo. El médico te dará instrucciones sobre las precauciones que debes adoptar para protegerte en distintas situaciones. Por ejemplo, los adolecentes con epilepsia pueden practicar natación, pero siempre deben nadar acompañados de otras personas para garantizar su seguridad.

De todos modos y a pesar de que tengas que adoptar estas sencillas precauciones de seguridad, podrás disfrutar de todo de cuanto disfrutan tus compañeros de clases. Las personas afectadas de epilepsia pueden conducir, siempre que esta afección esté bien controlada desde el punto de vista médico.

Explica a tus allegados (amigos, parientes, profesores, entrenadores) que padeces epilepsia y enséñales qué deberían hacer si tuvieras una crisis convulsivas delante de ellos. Algunas de las cosas que la gente puede hacer para ayudar a alguien que sufre una crisis convulsiva son las siguientes:

  • Mantener la calma.
  • Ayudar, sin obligar, a que la persona se acueste sobre un costado, preferentemente sobre una superficie mullida, y colocarle algo blando debajo de la cabeza.
  • Retirarle las gafas y/o la mochila y aflojarle cualquier prenda apretada que lleve alrededor del cuello.
  • No retener ni agarrar a la persona.
  • Alejar de la persona aquellos objetos que podrían resultar peligrosos, sobre todo, los que estén afilados o sean duros.
  • Permanecer junto a la persona o bien asegurarse de que un amigo u otra persona de confianza permanece a su lado.
  • Hablar con la persona con una voz tranquila y calmada, trasmitiéndole seguridad una vez remita la crisis.
  • Estar atento y pendiente de lo que sucede para poder describir que ocurrió antes, durante y después de la crisis.
  • No introducir ningún objeto dentro de la boca de la persona durante la crisis convulsiva.

No suele ser necesario llamar al teléfono de emergencias (911 en EE.UU, 999 en el Reino Unido y 112 en el resto de la U.E.) solo porque una persona que padece epilepsia presenta una crisis convulsiva. De todos modos, si la persona se lesiona durante la crisis, presenta otra afección médica (como la diabetes), tiene una crisis muy larga o múltiples crisis seguidas, es posible que requiera atención médica.

La palabra epilepsia puede asustar bastante, pero su manejo puede ser bastante sencillo. Si padeces epilepsia, sigue tu plan de tratamiento. Duerme mucho. Come bien. Y haz ejercicio para reducir el estrés y mantenerte en forma. Back to Articles


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