El osteosarcoma es el tipo más frecuente de cáncer de huesos y representa aproximadamente un 3% de los cánceres que ocurren en la infancia. Aunque hay otros tipos de cáncer que, a la larga, se acaban extendiendo a partes del esqueleto, el osteosarcoma es uno de los pocos cánceres que se empieza a desarrollar en los huesos y a veces se propaga (o hace metástasis) a otras partes del cuerpo, generalmente, los pulmones u otros huesos.

Puesto que el osteosarcoma se suele desarrollar a partir de los osteoblastos (las células que ayudan a los huesos a crecer), tiende a afectar a los adolescentes que están experimentando el estirón propio de la adolescencia. Hay una mayor incidencia de osteosarcoma en los niños que en las niñas, y la mayoría de los casos de osteosarcoma afectan a la rodilla.

La mayoría de los osteosarcomas surgen a partir de errores aleatorios e impredecibles en el ADN de las células óseas en proceso de crecimiento durante periodos de intenso crecimiento óseo. En la actualidad, no existe ninguna forma eficaz de prevenir este tipo de cáncer. Pero, con un diagnóstico y un tratamiento adecuados, la mayoría de los niños con osteosarcoma se recuperan.

Factores de riesgo para padecer osteosarcoma infantil

El osteosarcoma se ve con más frecuencia en adolescentes varones. Los adolescentes diagnosticados de osteosarcoma tienden a ser altos para su edad, lo que sugiere que el rápido crecimiento óseo favorece el desarrollo de esta enfermedad.

Los niños que han heredado uno de los síndromes de cáncer raros también tienen un mayor riesgo de desarrollar osteosarcoma. Estos síndromes incluyen el retinoblastoma (un tumor maligno que se desarrolla en la retina, una parte del ojo, generalmente en niños menores de 2 años) y el síndrome de Li-Fraumeni (un tipo de mutación genética hereditaria o cambio en los genes de la persona).

Puesto que la exposición a la radiación es otro desencadenante de las mutaciones en el ADN, los niños que han recibido radioterapia para episodios previos de cáncer también tienen un mayor riesgo de padecer osteosarcoma.

Síntomas del osteosarcoma

Los síntomas más comunes del osteosarcoma son dolor e hinchazón en el brazo o la pierna. Tiende a afectar a los huesos largos del cuerpo, como los ubicados encima y debajo de la rodilla o en la parte superior del brazo, cerca del hombro.

El dolor puede empeorar al hacer ejercicio físico o por la noche, y es posible que se forme un bulto o hinchazón en el área afectada hasta varias semanas después de que haya comenzado el dolor. El dolor que despierta al niño reiteradamente por la noche o el dolor en reposo son síntomas especialmente preocupantes.

En el osteosarcoma que afecta a la pierna, el niño puede empezar a cojear de forma inexplicable. En algunos casos, el primer signo de la enfermedad es una fractura en el brazo o en la pierna, que ocurre porque el cáncer ha debilitado el hueso y lo ha hecho más vulnerable a la rotura.

Si su hijo presenta cualquiera de estos síntomas, es importante que lo lleve al médico.

Diagnóstico del osteosarcoma

Para diagnosticar un osteosarcoma, el médico examinará al paciente, hará una entrevista detallada a él y a sus padres para obtener sus antecedentes médicos y solicitará radiografías para detectar cualquier tipo de cambio en su estructura ósea.

Es posible que también solicite otras pruebas, como una resonancia magnética del área afectada, que permitirá encontrar la mejor zona para hacer una biopsia e indicará si el osteosarcoma se ha extendido del hueso a los músculos y al tejido adiposo (grasa) circundante. La biopsia se puede obtener cortando o raspando un pequeño fragmento del tejido afectado o bien extrayendo la muestra mediante aguja y jeringuilla.

En las biopsias de aguja (por punción), los médicos utilizan una aguja larga y hueca para extraer una muestra del tumor. Normalmente se utiliza anestesia local (un medicamento que duerme el área de la biopsia para que el paciente no sienta dolor). El médico también puede solicitar una biopsia abierta, en la que un cirujano extrae una parte del tumor en el quirófano mientras el niño permanece dormido durante toda la operación bajo anestesia general.

Si el médico diagnostica un osteosarcoma, solicitará una tomografía computarizada de tórax, una gammagrafía ósea y, a veces, más resonancias magnéticas. Una vez iniciado el tratamiento, la repetición de estas pruebas ayudará a los médicos a saber cuán eficaz está siendo el tratamiento y si el cáncer se sigue extendiendo.

Tratamiento del osteosarcoma

El tratamiento del osteosarcoma en los niños incluye quimioterapia (el uso de medicamentos para destruir las células cancerosas y reducir el cáncer) seguida de una cirugía (para extirpar las células cancerosas o tumores) y luego más quimioterapia (para destruir cualquier célula cancerosa que pueda haber resistido y minimizar las probabilidades de que reaparezca el cáncer).

La cirugía suele permitir extirpar con eficacia el cáncer de huesos, mientras que la quimioterapia ayuda a eliminar las células cancerosas que permanecen en el cuerpo.

Tratamiento quirúrgico

Los tratamientos quirúrgicos del osteosarcoma consisten en la amputación o bien en la cirugía de salvamento de la extremidad.

Hoy en día, la mayoría de los adolescentes que padecen osteosarcomas de brazo o de pierna se tratan con intervenciones de salvamento de la extremidad en vez de mediante amputación. En la cirugía de salvamento de la extremidad, se extraen el hueso y el músculo afectados por el osteosarcoma, lo que deja un hueco que se rellena mediante un injerto óseo (por lo general, procedente de un banco de huesos) o bien, y con más frecuencia, con una prótesis especial de metal (pieza artificial). La prótesis se puede adaptar al tamaño del hueco.

El riesgo de infección y de fractura es mayor cuando se utiliza tejido óseo procedente de un banco de huesos. Por lo tanto, las prótesis de metal se usan más a menudo para la reconstrucción del hueso tras la extirpación del tumor.

Si el cáncer se ha extendido a los nervios y vasos sanguíneos adyacentes al tumor original del hueso, la amputación (la extirpación de parte de la extremidad junto con el osteosarcoma) suele ser la única opción posible.

Cuando el osteosarcoma se ha extendido a los pulmones u otras zonas, también se puede recurrir a la cirugía para extirpar los tumores en esas zonas.

Quimioterapia

La quimioterapia se suele administrar tanto antes como después de la operación. La quimioterapia reduce el tamaño del tumor, lo cual facilita la cirugía. También elimina los pequeños grupos de células cancerosas del cuerpo, incluso aquellas células que son demasiado pequeñas como para aparecer en las técnicas de diagnóstico por imagen.

A los niños o adolescentes con osteosarcoma se les administran los medicamentos de la quimioterapia por vía intravenosa (a través de una vena). Estos medicamentos entran en el torrente sanguíneo y actúan eliminando el cáncer en las partes del cuerpo a las que se ha extendido, como los pulmones u otros órganos.

Efectos secundarios a corto y a largo plazo

La amputación tiene sus propios efectos secundarios, tanto a corto como a largo plazo. Una persona joven tarda un mínimo de 3 a 6 meses en aprender a usar una pierna o un brazo protésico (artificial) y esto es solo el principio de un largo proceso de rehabilitación psicológica y social.

En el caso de la cirugía de salvamento de la extremidad, la persona suele empezar a flexionar la rodilla o la parte del cuerpo afectada casi de inmediato. Se puede utilizar una máquina de movimiento pasivo continuo (MPC), que flexiona y estira continuamente la rodilla, para mejorar el movimiento cuando el tumor afectaba a tejidos circundantes a la rodilla.

La fisioterapia y la rehabilitación, durante un período de 6 a 12 meses tras la intervención, ayudan al niño a andar, al principio con la ayuda de un andador o muletas y luego sin ningún dispositivo asistencial.

Las complicaciones iniciales de la intervención incluyen la infección y la cicatrización lenta de la herida quirúrgica. Así mismo, es posible que sea necesario sustituir la prótesis metálica o el injerto procedente del banco de huesos conforme el niño vaya creciendo, aunque hay algunas prótesis que se adaptan al proceso de crecimiento.

Otros problemas tardíos pueden incluir la fractura del injerto procedente del banco de huesos o que el injerto no se una bien al hueso del niño, lo que podría requerir más operaciones.

Muchos medicamentos utilizados en quimioterapia también implican riesgos para la salud tanto a corto como a largo plazo. Los efectos a corto plazo incluyen la anemia, el sangrado anormal y un mayor riesgo de infección debido a la destrucción de la médula ósea, así como lesiones renales e irregularidades en la menstruación.

Algunos medicamentos conllevan el riesgo de provocar inflamación en la vejiga y sangre en la orina, así como pérdidas auditivas y lesiones hepáticas. Otros pueden provocar problemas en el corazón y en la piel. Años después de haberse sometido a quimioterapia para el osteosarcoma, los pacientes tienen un mayor riesgo de desarrollar otros tipos de cáncer.

Probabilidades de curación

Se han descrito tasas de supervivencia del 60% al 80% para osteosarcomas que no se habían extendido más allá del tumor, pero la supervivencia siempre dependerá del éxito de la quimioterapia.

Los osteosarcomas que ya se han extendido a otras partes del cuerpo no siempre se pueden tratar con tanto éxito. Además, un niño con osteosarcoma en un brazo o una pierna suele tener mejor pronóstico que aquel cuya enfermedad afecta a las costillas, los omóplatos, la columna vertebral o los huesos de la pelvis.

Nuevos tratamientos

Se están desarrollando e investigando tratamientos de quimioterapia con fármacos novedosos. También se está investigando el papel que desempeñan ciertos factores de crecimiento en el desarrollo del osteosarcoma. Estos estudios pueden permitir el desarrollo de nuevos medicamentos que enlentezcan estos factores de crecimiento como tratamiento contra el cáncer.

Para tratar aquellos osteosarcomas que no se pueden extirpar quirúrgicamente, se están investigando tratamientos que usan nuevas combinaciones de quimioterapia y de radioterapia localizada, centrada más específicamente en las células del tumor.

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