¿Qué es la deshidratación?

Todos perdemos agua corporal cada día a través del sudor, las lágrimas, la orina (o pis) y las heces (cacas). El agua también se evapora desde la piel y abandona el cuerpo en forma de vapor mientras respiramos. Solemos recuperar este líquido corporal, junto con las sales que contiene, a través de nuestra dieta.

Pero, a veces, los niños pierden grandes cantidades de agua y de sales minerales. Esto puede ocurrir cuando tienen fiebre, diarrea, o vómitos o cuando hacen ejercicio físico durante mucho tiempo seguido sudando mucho. Y algunas enfermedades también pueden hacer difícil la incorporación de líquidos.

Si un niño no puede reponer los líquidos que ha perdido, se puede acabar deshidratando.

¿Cuáles son los signos y los síntomas de la deshidratación?

Si su hijo tiene fiebre, diarrea o vómitos, o está sudando mucho en un día caluroso o mientras practica una actividad física intensa, esté pendiente de los signos de deshidratación, que incluyen los siguientes:

  • boca seca o pegajosa
  • ausencia o escasez de lágrimas al llorar
  • ojos hundidos
  • en los bebés, fontanela de la parte superior de la cabeza hundida
  • orinar menos o mojar menos pañales que de costumbre
  • piel seca y fría
  • irritabilidad
  • somnolencia o mareos

Cómo se trata la deshidratación

Es importante saber reconocer los signos iniciales de la deshidratación y reaccionar deprisa si los detecta en su hijo. La meta del tratamiento de la deshidratación consiste en reponer los líquidos corporales perdidos hasta unos límites normales.

Lo más probable es que los niños que estén levemente deshidratados por haber hecho mucho ejercicio físico tengan mucha sed, y se les debería dejar beber cuanto quieran. El agua es la mejor opción. También deberían descansar en un ambiente fresco y sombreado hasta que acaben de reponer sus líquidos corporales.

La rehidratación

Los niños que están de leve a moderadamente deshidratados debido a las diarreas y/o a los vómitos provocados por una enfermedad (como la gastroenteritis) deberían reponer los líquidos corporales que han perdido. Esto se conoce como rehidratación. Se hace tomando un líquido especial llamado solución de rehidratación oral (SRO) durante 3 o 4 horas.

En EE.UU., este tipo de soluciones no requieren receta médica y se pueden adquirir en muchos supermercados y en las farmacias. Contienen la combinación adecuada de azúcares y sales que necesitan los niños que se han deshidratado.

Inicie el proceso de rehidratación administrando a su hijo una o dos cucharaditas (de 5 a 10 mililitros) de SRO cada pocos minutos. Lo puede hacer con una cuchara o con una jeringuilla. Aunque podría parecer que no se trata de una cantidad de líquido suficiente para rehidratar a su hijo, la suma de esas pequeñas cantidades puede ascender a más de un vaso (237 mililitros) por hora. Si el niño acepta bien estas cantidades, le puede ir dando de forma gradual sorbos cada vez más grandes y con menos frecuencia.

Hasta los niños que están vomitando se suelen poder rehidratar eficazmente de este modo, ya que pueden absorber los frecuentes sorbitos que les van administrando entre los episodios de vómitos.

Los lactantes pueden proseguir con la lactancia materna incluso durante el proceso de rehidratación, a menos que vomiten repetidamente. El SRO se les puede administrar entre tomas. A los bebés que se alimentan con leche de fórmula, se le debe dejar de alimentar durante el proceso de rehidratación, reiniciándose las tomas en cuanto el bebé pueda retener líquidos y deje de presentar signos de deshidratación.

No le dé a un niño deshidratado agua, refrescos, ginger-ale, té, jugo de frutas, postres de gelatina ni caldo de pollo. Estas bebidas no contienen la mezcla adecuada de azúcares y sales, y pueden incluso empeorar la diarrea. Los niños mayores que están deshidratados pueden tomar bebidas deportivas, pero la solución de rehidratación oral es mejor para los niños pequeños y para los lactantes.

Una vez su hijo esté rehidratado, podrá reanudar su dieta habitual, sin restricciones, incluyendo la leche materna o la de fórmula.

Algunos niños deshidratados no mejoran cuando se les administra una solución de rehidratación oral, sobre todo si tienen diarreas explosivas (movimientos intestinales recuentes, copiosos y sonoros) o vómitos frecuentes. Cuando los líquidos corporales que se han perdido no se pueden reponer por este o por otros motivos, es posible que el niño necesite recibir líquidos por vía intravenosa (VI) en un hospital.

Si usted está tratando a su hijo deshidratado en casa y nota que no mejora o que su deshidratación empeora, llame al su médico inmediatamente o lleve a su hijo al servicio de urgencias médicas más cercano.

¿Se puede prevenir la deshidratación?

Asegurarse de que un niño bebe abundante líquido cuando está enfermo o activo físicamente es la mejor forma de prevenir la deshidratación.

Cómo mantener a un niño bien hidratado es algo que puede depender de las circunstancias. Por ejemplo, un niño con dolor de garganta puede deshidratarse porque comer y beber le resulta demasiado doloroso. El paracetamol o el ibuprofeno pueden aliviar el dolor, y las bebidas frías y los polos también pueden aliviarle el dolor de garganta al tiempo que le aportan líquidos.

No todos los episodios de fiebre requieren tratamiento, pero si su hijo se encuentra muy molesto y no está ingiriendo una cantidad suficiente de líquido, le puede administrar paracetamol o ibuprofeno para ayudar a controlar la fiebre.

Es importante que los niños beban a menudo cuando hace calor. Aquellos que participen en deportes o actividades físicas intensas deben beber una cantidad de líquido adicional antes de iniciar la actividad, y beber a intervalos regulares (aproximadamente cada 20 minutos) mientras se lleve a cabo la actividad. Lo mejor sería programar los entrenamientos y las competiciones deportivas al principio de la mañana o al final de la tarde para evitar la parte más calurosa del día.

La sed no es un buen indicador del inicio del proceso de deshidratación. En el momento en que un niño tiene sed, es posible que ya esté deshidratado. Por este motivo, los niños deberían empezar a beber antes de tener sed y seguir bebiendo líquido incluso después de que la hayan calmado.

La deshidratación y las infecciones gastrointestinales

Los niños con una gastroenteritis leve (también llamada "gripe estomacal" o "gripe intestinal"), que no estén deshidratados, deben seguir debiendo más líquido que de costumbre para reponer los líquidos corporales perdidos a través de los vómitos y de la diarrea. La mayoría de niños con gastroenteritis se pueden seguir alimentando con su dieta ordinaria durante la enfermedad.

Los lactantes con una gastroenteritis leve que no estén deshidratados se deben seguir alimentando con leche materna o con la leche de fórmula que toman normalmente. Los niños mayores pueden seguir bebiendo leche entera y otros líquidos.

Los niños que no están deshidratados suelen tolerar mejor los siguientes alimentos durante la gastroenteritis: hidratos de carbono complejos (como el arroz, el trigo, las papas, el pan y los cereales), la carne magra, el yogur, la fruta, las verduras y las hortalizas. Evite los alimentos grasos o los de elevado contenido en azúcares (como los jugos y los refrescos).

Si su hijo tiene vómitos pero no está deshidratado, dele líquidos a menudo, pero en cantidades reducidas.

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